Desde un punto de vista moral, nada es tan deleznable como la tortura, el dolor atroz infligido de un modo intencional e innecesario. El no ser torturado constituye el único derecho humano al que la declaración de la ONU no reconoce excepciones y el derecho animal que más adhesión suscita. El hacer de la tortura pública de pacíficos rumiantes un espectáculo de la crueldad, autorizado y presidido por la autoridad gubernativa, es una anomalía moral con la que hemos de acabar ya. Hay que felicitar al Ayuntamiento de Barcelona por haberse declarado en contra de la continuación de las corridas de toros.
Como señalaba Antonio Machado por boca de su alias Juan de Mairena, el arte es representación, ficción, y por eso el toreo no es arte. La corrida no es "un arte, puesto que nada hay en ella de ficticio o imaginado". Al final de la ópera "Carmen", Escamillo torea y don José apuñala a Carmen. Naturalmente, la muerte del toro y la muerte de Carmen son ficciones. El arte es ficción y la ópera es arte. Matar a un toro en el escenario no es arte, como tampoco lo sería matar a la actriz que interpreta el papel de Carmen. Sólo un artista mediocre y sin imaginación puede confundir la representación ficticia o artística del dolor y la muerte con la cosa misma. La libertad artística es la libertad de crear ficciones y no tiene nada que ver con la libertad de torturar y matar de verdad.
Muchos seres humanos no son egoístas ni insolidarios, sin embargo estamos a merced de un sistema que basa su permanencia en un reparto injusto y en el desequilibrio social. No todas las personas son agresivas, pero la violencia es un instrumento “legítimo” de los estados para en buena medida, perpetuar el hecho contenido en el primer punto. Hay gente, mucha gente, que no es servil, cobarde o domesticada, pero lo cierto es que la sociedad calla, consiente y soporta los innumerables y sangrantes abusos que parten del poder.
Hay pocos ciudadanos, al fin, que estén de acuerdo con la tortura de un ser vivo y que disfruten con su miedo, o que sientan placer ante su agonía y se regocijen con su muerte. Pero las acciones contenidas en la última frase constituyen todavía una costumbre lícita para los pocos que la practican y una imposición para todos los que experimentan rabia, asco y dolor ante su existencia. Siendo así, o es que la supuesta inteligencia y sensibilidad natural que atribuyo al ser humano es una creencia falsa, o simplemente nos hemos acostumbrado de tal modo a vivir rodeados de crímenes legales que ya no nos perturba la visión de la sangre, los gritos de la víctima ni el triunfalismo de sus verdugos.
Además de su cursilería estética y de su abyección moral, toda la huera y relamida retórica taurina se basa en una sarta de mitos y falsedades incompatibles con la ciencia más elemental.
No, el toro de lidia no constituye una especie aparte, sino que pertenece a la misma especie y subespecie ("Bos primigenius taurus") que el resto de los toros, bueyes y vacas, aunque no haya sido sometido a los extremos de selección artificial que han sufrido algunas variedades, por lo que conserva un aspecto relativamente parecido al del toro salvaje.
No, el llamado toro bravo no es bravo, no es una fiera agresiva, sino un apacible rumiante, más proclive a la huida que al ataque.
Dos no pelean si uno no quiere, y el toro nunca quiere pelear. Como la corrida de toros es un simulacro de combate y los toros no quieren combatir, el espectáculo taurino resultaría imposible, a no ser por toda la panoplia de torturas (el doble arpón de la divisa, la tremenda garrocha del picador, las banderillas sobre las heridas que manan sangre a borbotones) a las que se somete al pacífico bovino, a fin de irritarlo, lacerarlo y volverlo loco de dolor, a ver si de una vez se decide a pelear: a pesar de los terribles puyazos que sufren en la corrida, con frecuencia los toros se quedan quietos y "no cumplen" con las expectativas del público. El actual reglamento taurino prevé que se empleen entonces banderillas negras o "de castigo" con arpones todavía más lacerantes para castigar aún más al pobre bovino, "culpable" de mansedumbre y de no simular ser el animal feroz que no es.
El Toro Alanceado de Tordesillas, cuyo padecimiento ya se anuncia engalanándolo de festejo, será otra palada de ignominia que arrojen a nuestras garganteas sin que al parecer, tengamos excesivas dificultades en seguir respirando con la boca llena de una tierra generosa en jirones de piel y de carne sanguinolenta con sabor a terror y angustia, las de un animal acosado, martirizado y asesinado por cientos de hombres. Sí, porque aunque la administración lo permita y sufrague, ética, que no oficialmente, no es más que un asesinato cobarde y miserable.
La tauromaquia es asi una matanza atroz , cruel e intolerable de seres vivos con sentimientos, que sufren una larga agonia antes de ser finalmente asesinados....
Pensareis que el termino "asesinar" es intenso??
No , no lo es , basta ver esas atroces imagenes
como llamarian ustedes a esto???
Boris, el toro, fue rescatado por Hillside Animal Sanctuary, ( en Inglaterra) de una granja de producción industrial, donde las espantosas condiciones de existencia lo habían enfermado. Aunque, una vez rescatado, se le proporcionaron todos los cuidados, no logró sobrevivir. Antes de morir, lloró con su cuidadora, quizá por agradecimiento, quizá por pena por no tener ya más fuerzas. Todos los animales sienten y sufren.
Esto es la Tauromaquia!!
Sigues pensando que la palabra "asesinar" es exagerada??
La rebelión ante los desmanes y los abusos no ha de seguir siendo una utopía, ni el legado dejado a nuestros hijos esta suerte de mansedumbre de la que hacemos gala. Si hay que llevar a las urnas cuestiones como la continuidad de la monarquía, la nacionalización de la banca o el fin de los festejos en los que un animal paga con su vida la diversión humana hagámoslo ya, y si no, dejemos de dárnoslas de racionales y de libres. Quien así traga no es más que un triste títere.
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