Montana Exploradora en Guatemala, subsidiaria de la poderosa canadiense Goldcorp, acaba de darnos una lección magistral de cómo se miente y engaña cuando se puede. Vale la pena analizar el campito pagado de ayer, de Montana. “Marlin realizó descarga de aguas en presencia de instituciones reguladoras”. O sea, Montana echó aguas contaminadas en una quebrada de la cuenca del río Cuilco.
Asegura la publicación que “Montana cumplió con los compromisos establecidos en el EIA y el reglamento de descargas y re-uso de aguas residuales y disposición de lodos; que la descarga se llevó a cabo en un marco de transparencia y las instituciones públicas reguladoras realizaron monitoreos y supervisión”.
Mentira. Montana no avisó previamente al Ministerio de Ambiente y no tenía el protocolo para botar aguas potencialmente contaminantes al río; así que el MARN —que es la institución reguladora de la contaminación ambiental— no pudo supervisar dicha actividad adecuadamente. Casualmente estaba en el área de la mina alguien del equipo de monitoreo del Ministerio, quien tomó muestras ¡ojo! varias horas después de que se realizó la descarga. “La descarga constituye, en su mayoría, el exceso de agua de lluvia que se acumula durante la temporada de invierno en la represa de colas, y ha sido recirculada por la planta de tratamiento de aguas industriales más moderna de la región”, dice el anuncito. No dice que lo que guarda la represa de colas es una verdadera sopa tóxica, peligrosa y contaminante. En esa represa se almacenan —además de agua— roca despedazada, todos los químicos que se utilizan para el proceso (como cianuro), explosivos, aceites, grasas, combustibles y anticongelantes; y las aguas de los drenajes del complejo industrial, de los laboratorios y otras operaciones, y tal vez fertilizantes y pesticidas. Los guatemaltecos no conocemos la composición de la roca, porque esa información no estaba consignada en la Evaluación de Impacto Ambiental (como hubiera sucedido con un EIA decente), así que cabe especular que en la represa podría haber partículas de aluminio, antimonio, arsénico, bario, cadmio, cobre, cromo, cobalto, hierro, plomo, manganeso, mercurio, molibdeno, níquel, selenio, talio, titanio, tungsteno, vanadio, zinc, y constituyentes radioactivos (como uranio, torio y otros) provenientes de la roca misma; magneso de sodio, silica de potasio, sulfitos, sulfatos, nitratos, amonio, boro, fósforo y cloro.
Estos materiales se mezclan y reaccionan; pequeñísimas dosis de algunos de estos elementos pueden causar mucho daño. Montana no avisó al MARN y descargó¡transparentemente! de noche. Admitieron haber descargado cuando el trabajito estaba terminado.
La excusa fue que había demasiada agua en la represa y esta podría romperse. ¡Por favor! No empezó a llover la semana pasada. La minera tendría que haber previsto esta situación y solicitado los permisos con tiempo, para que las instituciones reguladoras pudieran supervisar adecuadamente una operación tan peligrosa. Pero seamos realistas: ese es el modus operandi de las explotadoras mineras. Hasta ahora, Montana siempre se ha salido con la suya: no hizo consulta y allí está la mina; no ha pagado los millones de quetzales que adeuda al MARN por no tener sus permisos para importar cianuro, y sigue importándolo; no ha reparado las 140 casas que rajó; no ha cerrado la mina, como lo mandó la CIDH. Así que seguirá haciendo lo que le da la gana, tranquila, como hasta ahora. ¿Y...?
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